Alejandro Magno, el mito y las leyendas

La vida excepcional y las hazañas del mayor líder griego dieron vida al mito justo después de su muerte y con el tiempo alimentaron innumerables leyendas.
Alejandro era hijo de Filipo II de Macedonia, de la dinastía Argeade que pretendía descender de Heracles, y de Olimpia, hija de Neptolamos I, rey de los Molosos que gobernaba Epiro y descendía de Aquiles y por tanto de la nereida Tetis; este niño cuya vida ya estuvo marcada por la ascendencia divina nació en julio del 356 a.C. en el palacio real de Vergina, que era la residencia de verano del rey de Macedonia después de que la capital fue traslada en Pella.

Cabeza de Alejandro Magno encontrada en Pella, siglo II a.C.

Cabeza de Alejandro Magno encontrada en Pella, siglo II a.C.

El conocimiento del vínculo con las divinidades que provenía de la sangre fue para el joven Alejandro el impulso para seguir despuntando. Su infancia y luego su adolescencia transcurrieron a la sombra de su madre Olimpiade que siempre mantuvo con él un vínculo particular, mientras su padre se ocupaba de su educación y lo encomendò siendo aún niño a Leónidas de Epiro, probablemente tío de su madre, que organizaba sus jornadas y elegía a los pedagogos. Entre estos también estaba Calímaco de Acarnania, quien parece no haber tenido habilidades particulares para la enseñanza, pero pudo establecer un fuerte vínculo con el niño que perduraría en el tiempo tanto que, cuando Alejandro se convirtió en rey, lo acompañó en las campañas de conquista. en Asia. Fue el mismo Calímaco quien escribió la crónica de las campañas de conquista, que algunos comentaristas antiguos ya descaradamente definieron como encomiásticas, y de la que más tarde nacerían algunas de las leyendas sobre la vida del joven rey.
Quien intentó dotar a Alejandro de la capacidad de entender el mundo, que debe ser una prioridad en quien debe gobernar pueblos y dirigir naciones, fue Aristóteles, preceptor de Alejandro desde el 343 al 341 a.C. Las lecciones que el filósofo de Estagira impartió en el Ninfeo de Mieza, cerca de Pella, no fueron solo para el joven Alejandro sino también para un grupo de vástagos de la aristocracia macedonia que estaban destinados a convertirse en los lugartenientes del futuro rey, entre ellos Hefestión el amigo inseparable de Alejandro.
Aristóteles era hijo de Nicómaco, el médico de Felipe II que lo llamó a su corte para dar lecciones de retórica y literatura a Alejandro, parece que fue él quien le presentó la Ilíada y sus héroes y sobre todo Alejandro apreciaba a Aquiles que quizás se convirtió en su modelo. Aristóteles le dio a Alejandro una copia de la Ilíada que el macedonio siempre llevaría consigo en los campos de batalla. A partir de las enseñanzas de Aristóteles, que también abarcaban la botánica y la zoología, Alejandro desarrolló un interés por las plantas y los animales y las empresas militares en tierras lejanas también fueron una oportunidad para recolectar plantas raras o desconocidas y animales exóticos con los que hizo construir una especie de zoológico en su palacio.
Una de las primeras leyendas sobre Alejandro está ligada a la adolescencia, la que cuenta cómo nació el fuerte vínculo que le unía a su caballo Bucéfalo y de la que la versión más conocida es la que relata Plutarco en las Vidas Paralelas.
Fue un adolescente Alejandro quien siguió a Felipe con parte de su séquito a los corrales de los caballos para probar un hermoso caballo negro que Filónico el Tésalo quería venderle por trece talentos. El precio fue muy alto y además se vio enseguida que el caballo era caprichoso y que habría sido difícil domarlo y montarlo; los palafreneros de Felipe y algunos hombres conocidos como buenos jinetes intentaron montarlo sin éxito. Felipe resolvió que el caballo aún estaba salvaje y de sacarlo de ahì, pero mientras tanto Alejandro a su lado murmuraba que el caballo era hermoso y que eran los hombres los que no sabían cómo manejarlo. Felipe al escuchar las palabras de su hijo pensó ponerlo a prueba ya que criticaba a los que siendo mayores debían saber más que él.

Alejandro domestica a Bucéfalo. Pintura de L. Angelini del modelo del siglo XIX del bajorrelieve sobre la puerta del Palacio Real de Caserta - Caserta IT

Alejandro domestica a Bucéfalo. Pintura de L. Angelini del modelo del siglo XIX del bajorrelieve sobre la puerta del Palacio Real de Caserta - Caserta IT

"Tú reprendes," dijo él, "a los que son mayores que tú, como si supieras más que ellos y pudieras usar ese caballo más que ellos." Y Alessandro: "Yo ciertamente," respondió, "lo usaría mejor que nadie."Y si no lo usas entonces", agregó Filippo, "¿qué pena pagarás por esta temeridad tuya?" - Yo, por Júpiter," sigo Alejandro," pagaré el precio del caballo."

Habiendo hecho una apuesta con su padre, Alejandro se acercó al caballo, tomó las riendas y con ellas lo colocó frente al sol; de hecho, el joven había observado que el caballo se asustaba al ver su sombra. Luego comenzó a acariciarlo, acariciarlo y acariciarlo, moviéndose alrededor de él para que el animal dejara de resoplar poco a poco y aunque todavía estaba visiblemente inquieto, Alejandro se quitó la capa y de un salto pudo montarse a lomos, sosteniendo las riendas con firmeza. Pero el caballo pateaba, así que soltó la brida, golpeó el costado con el pie y el caballo se alejó al galope.
Después de hacerlo correr, volvió a donde estaba su padre Filippo, preocupado, pero a la vez orgulloso, de su hijo al que al bajar del caballo le dio un beso en la cabeza y le dijo:

"Hijo, busca un reino a tu medida: Macedonia te queda pequeña."

A partir de ese día, aquel caballo que recibió el nombre de Bucéfalo fue montado únicamente por Alejandro.
Arriano, historiador del siglo I a. C., en su escrito Anábasis de Alejandro explica por qué al caballo se le dio el nombre de Bucéfalo:

"El caballo tenìa estampada la cabeza de un buey como marca, por lo que dicen que llevaba ese nombre; otros en cambio argumentan que, al ser negro, tenía una marca blanca en la cabeza, parecida a la cabeza de un buey."

La marca que recuerda a la cabeza de un buey indica un casi seguro origen tesalio de Bucéfalo, de hecho los tesalianos, criadores de caballos desde hace siglos, tenían la costumbre de marcar los animales destinados al mercado exterior con la arcaica letra alfa la que parecìa una cabeza de buey estilizada.
Alejandro montó a Bucéfalo durante muchos años y en muchas de las batallas que enfrentó; el vínculo entre ellos era muy fuerte y Alejandro, tras la muerte del caballo por las heridas sufridas en una pelea, quiso dar su nombre a una de las ciudades que fundó en su camino hacia la conquista de la India.

Alejandro y Hefestión durante una cacería de ciervos, siglo IV a. C. - Museo de Pella ES

Alejandro y Hefestión durante una cacería de ciervos, siglo IV a. C. - Museo de Pella ES

La primera vez de Alejandro en el campo de batalla fue en Queronea el 12 de agosto de 338 a.C., cuando el ejército macedonio se enfrentó al de la liga de ciudades griegas que resentían la influencia de los bárbaros, como consideraban a los macedonios, y su arrogancia al haberse autoproclamado regentes del templo de Delfos, el dedicado a Zeus.
En esa batalla el ejército estaba dirigido por Felipe II y fue él quien quiso encomendar a Alejandro el mando de una de las alas de caballería y aunque joven demostró toda su destreza y dotes de guerrero. En esa batalla el ejército macedonio adoptó por primera vez la sarissa, la lanza larga que había inventado Filipo para dar ventaja a su infantería no solo en los enfrentamientos con los hoplitas sino sobre todo con la caballería porque impedían el avance de los caballos. La estrategia macedonia se basó en la acción combinada de la infantería pesada y la caballería, la técnica que más tarde permitiría a Alejandro sobresalir en los campos de batalla.

Alejandro en la batalla de Queronea, a la derecha, luchando contra un tebano. Relieve de una estela funeraria.

Alejandro en la batalla de Queronea, a la derecha, luchando contra un tebano. Relieve de una estela funeraria.

Primera parte: rev.0 by M.L. ©ALL RIGHTS RESERVED (Ed 1.0 - 24/03/2023)